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miércoles, 11 de marzo de 2015

Sin título 8


Sobre la mesa el preludio 
de una poesía y estos ojos
cobrizos que se entreabren. Sonríen
con arrebato de danza lunática 
entre suspiros, las exquisiteces,
serpentina y globos de color, 
el confeti y la nada 
tan higiénica como para mostrarla. 
Desgañitarse con aullidos
perpendiculares desde la torre. 

Tacones tan elevados como sueños
de cabecera. 

Así es como escribe la vida 
sus memorias disparatadas, cuando hermosa
acicala su toga de necios
ropajes, cremalleras entre sombras 
chinescas, puntas de broche 
de encaje, radio tan alegre, 
alarma de amaneceres. 
Réquiem que no es. En el viento piruetas
mortales frente al ejercito  de plomo. 
Morapio que apaga la sed.
En la calle hay verbena y música,
y graznaran así los cuervos,
tras las nubes de algodón dulce;
condenadas como las serpientes, 
sin su traje de perfecta mudanza.

Parecido al desnudo, frío 
de pingüino, junto a un serafín 
bondadoso, sin temor se revuelven,
siglo de digitalización analógica
y el estertor en la caja tonta
antes de irse a la cama. La bacanal.
La calle es coreografía y espectáculo.
Chapa, tocino y lodo,
vergel de plástico, decorado. 

Canet.

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