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martes, 19 de enero de 2016

Sin título 84



Cierro los pàrpados 
y siento un sonrojo en la yema de los dedos 
al rozar la taza 
y avivar su vaporosa fragancia.

Extasío todo mi ser de esa exhalación,
de esa humedad,
de ese perfume...

Me dejo arrastrar
por ese soplo de aura
que agita sugerente las hojas
concediendo que invada mi estancia
de versos y de felicidad.

Canet

Sin amaneceres.

Me desvelé una noche morada y apagada
y tenía una mortaja por manta,
miré a mi eterna compañera,
tendida a mi lado; ella,
y también dormía, pero no 
bajo un sudario.

Abrí la ventana de par en par, crepitó la noche,
la calle en creciente se derramaba,
las torres se descolgaban del cielo:

Madriz era un cascote en continuo fraccionar,
remaban con ramas de encina
los poetas en medio de la catástrofe.

No hubo más amaneceres
y logre entender que el mundo se pudría
como un cadáver
y sus habitantes, indiferentes
se adueñaban de los cuerpos putrefactos.

Canet 

lunes, 18 de enero de 2016

Y ocurre que es noche.

Y ocurre que es noche 
de astros encelados
que en fluidos metálicos 
se desnuda, ocurre 
que en esta noche lacia, 
se ovillan las hebras
arácnidas y caemos
reclusos como moscas.

Rutilante mordisquear
el de las estrellas alterando el firmamento
en un perseverante parpadeo
de eternas pestañas.

Temblor de la estrella
que consigue guiñar el ojo a la luna.

La puericia es un presente
evaporado en pasado,
confundimos el cierzo
por brisa, al balancear
en coreografía las hojas.

Utilizamos el vientre como
cobertizo,
y como colofón
la muerte,
y cuando se presenta
suponemos más.
Solamente es un instante
una línea imperceptible
que traspasamos cual equilibristas.

Canet

viernes, 15 de enero de 2016

Ahora.


1.

Ahora, 
aunque me dañe
y no haya nadie escuchando
en las fronteras de estos instantes
converso con mis dolores
con el riachuelo insomne de la historia,
con mis ojos
agotados de habitar
en esta alcantarilla
de tiempos de sublevación. 

Ahora 
aunque me dañe
este silencio que no se ve
ni sangra… 
huele a herida abierta.

2.
Deambulo sobre esta tierra quebradiza,
no ando a la caza de milagros,
brisa inverosímil,
misterios.
Voy de aguijón al pétalo,
de resplandor a horizonte.
Me aguarda el presente
que jamás da marcha atrás.
Soy la mueca de mi madre
la mirada perdida de mi padre y
la voz de una poesía afónica.

jueves, 14 de enero de 2016

Sin título 83



Mis labios
poco saben
de arrebatos y mariposas,
de manifestaciones etéreas,
de aves al despuntar el día,
de adagios al oscurecer.
El confín me hace palabra
y escribo con una voz inagotable.

Canet

miércoles, 13 de enero de 2016

Desnudo.


Esta es mi suerte
la de poder respirar con versos,
este es mi aullido
en la orilla de una divisoria
ficticia.

En ocasiones debo aprender
a ramificar heridas
y construir senderos desconocidos.

Aquí soy todo luz
pétalos que regresan a la flor
me hago escena otoñal
aunque mis manos hilen ramas 
o el ardor de la voz 
se convierta 
en hogar de pájaros.

Respiro con versos
sobre un mundo oxidado
y voy caminando
completamente desnudo. 

Canet

martes, 12 de enero de 2016

Sin título 82



Un lloroso semáforo me observa en su parpadear. 
Un pájaro oscuro de mirada indescifrable 
se posa en su vértice. 

Una decrépita barrendera reposa su cuerpo abatido 
sobre un escaparate tras una ciudad por limpiar. 
El cordón sin atar de sus zapatos en el charco, 
me daña cual llanto. 

El viento suspira tenazmente y silba zurriagazos en los rostros. 
El sol se va ocultando tras las torres mientras lagrimea ocres un árbol desnudo. 
Una hoja atrapada en una alcantarilla casi no tirita. 
La sombra de un vagamundo oscurece 
un suelo de mierda. 
Un gato solitario de ojos afilados, ajeno al dolor del mundo, 
se lame las heridas. 
El crepúsculo va ocupando posiciones 
y la barrendera no se mueve. 

La hoja se desliza despacio por la acera, 
se percibe la melancolía del aroma a humo 
mezclado con el vacío. 

El silencio se apodera de la noche, 
se esfuman las aves oscuras entre los ramajes de hilo negro 
y la barrendera continúa sobre el escaparate. 

Canet

lunes, 11 de enero de 2016

Aversión

Tengo una enorme aversión 
por los tejados que resaltan, 
que son como ninfas revelándome 
el poder de la inmensidad. 
Por las rocas, 
las paredes y sus verticales tabiques enladrillados.
Por la turbia y gélida
palidez del mármol
sin resquicios ni cisuras.
Por la delicadeza de silicona
que sella las fugas.
Detesto el cadavérico gris de la argamasa
tan similar al de los esqueletos,
la calumnia con que engaña el cemento en sus orígenes,
la del cristal cerrado y sin bisagras
que enseñan el edén al recluso.
Aborrezco la carne hecha de adobe
y la religión que lo inventó.

Canet

viernes, 8 de enero de 2016

Poesía.


Poesía,
tu voz no precisa de mensajeros
para manifestarle al mundo
que acepto el salto al vacío,
el equipaje sin pasado,
el fuego que hace de mí
ave,
piel,
ramaje,
hombre asomado a la ventana,
viajero de un tren que sale con retraso.
Admito que contigo
soy sueño que se contempla desde dentro
y que me conquistas con tu atuendo
de carne y palabras.

Canet

jueves, 7 de enero de 2016

Apuntes desde la cuadragésimo séptima planta 11

1.Te extingues
y a tu lado continua la trayectoria de los días

No estarás –cavilas-
pero será 
como la ausencia de un pájaro en una bandada
o tan imperceptible 
como una grano de arena en el desierto.

Y no te mueres de pena, o de amor ,o de hambre.

Te extingues sencillamente
en la ecuación de haber venido al mundo
confirmando su fin. 

Y no hay más. 


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2.Muero 
con la boca roja sangre,
gabardina negra de velatorio en invierno,
y nunca como los niños
de rostro rosado. 

Muero 
tocando el barro ardiente
que aún continúa  latiendo. 
No como las faldas de colegio
ni el jolgorio que permanece
en los columpios al anochecer. 

Muero como los letreros indicativos:
Buena indumentaria en el trabajo. 
Silencio en el comedor
Y no pedalear por la acera.

Muero insomne,
la jornada se inunda
y en la moqueta hay un charco 
de lágrimas. 
Muero.
ave de ciudad,
lluvia trepidante,
herrumbre de otoño. 
Vuestra muerte me grita:
y no sé cómo se deja de escribir.

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3.Tal vez esto sea lo que llaman miedo y
no los desafiantes
fantasmas de la reflexión y la moralidad,
y no las largas jornadas de oficina
con humanos deshumanizados día y noche y 
ni siquiera el escalofrío del dolor pasado
que se aloja en la piel si logras recordar.

El miedo es juicioso y pacífico,
aparece cuando te asomas a la ventana
y entiendes que todo cuanto contemplas
es exactamente igual a lo que viste ayer
e idéntico a lo que verás mañana. 


Canet

Los silencios cosidos en el envés de los sentidos.



Saber tropezar no es más que lanzarse sin temor al vacío,
convencernos, en nuestra indeleble ingenuidad, que carecemos de alas.
Que no somos serafines y que es nuestra responsabilidad conocer los golpes del vuelo.

Ignoro qué tan ciertas son las sentencias del erudito o de aquel poeta que posa para la foto;
tan solo sé que los batacazos no son deceso y que quizá morir no sea tan trágico como dicen. 

Sí que sé que morder el polvo tiene su aquel, que enlodarse en el barro es un acto sacro, 
que llorar con la lluvia no es inútil y que sembrar una flor en la poesía es algo auténtico. 

Saber desplomarse, despeñarse, descuartizarse y desdibujarse
tal vez tenga de tocante los silencios cosidos en el envés de los sentidos.

martes, 5 de enero de 2016

Sin título 81

Nunca entregues mi cuerpo
a la ansiedad de la tierra, 
a su indolencia.

Cuando se presente la circunstancia, 
sea nuestro vástago, 

jamás tú,
a orillas del río,
el que haga arder la hoguera.

Para que incinere mi lengua por todas las calumnias
que declaré.
Mis manos,
por aquello que jamás dieron.
Mi torso,
por todas las veces en las que se acobardo.
Mi estómago,
por todo cuanto consumió 

sin pensar en la necesidad de muchos.
Mis pies,
por todas las briznas y grano que aplastaron.

Que arda mi carne
por todas las veces
en las que no te hice el amor.

Canet

Derramándose.

La fragancia de los abrazos salvó la jornada, 
en la elegancia de su grácil perfume. 
Y está también el Río fluyendo sin cesar, 
voltea que te voltea sobre sí mismo, 
desinteresadamente, estoy seguro.
 
Quién diantres me lo iba a decir
cuando fui un niño vencido y agotado,
en tantas ocasiones y siempre a solas,
que a día de hoy esto vaya a ser
mi redención,
enrocado en la delicadeza,
emocionarme y embelesarme
como el Río,
voltea que te voltea, 

derramándose.

Canet

lunes, 4 de enero de 2016

No es esto una maldita poesía.

Los semblantes son los de siempre, 
los atuendos son los de cada día, 
las conversaciones huelen a anciano, 
las pasiones a fiambre rancio. 

No es esto una maldita poesía:
es un alarido de odio,
desprecio por la oquedad mental,
por los versos obtusos que escribo
y que leo,
por desviar la mirada
ante carroñeros fétidos,
ante intelectos llenos de mierda,
ante cadáveres perseverantes
que taponan la brisa del jardín de las delicias.

No es esto una maldita poesía:
es una patada,
un puñetazo en el vientre del cielo,
una gran arcada
escarlata como la sangre.

Canet