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martes, 24 de marzo de 2015

Un nuevo día


Las mariposas adulteradas, 
aquellas que se disfrazan, 
solo buscan jardines distintos. 

Las nubes grises marchan ante el confín oscilante que ensombrece la tarde. 
Ha dejado de llover. 
Y allá, a cierta altura brilla un anaranjado sol, deshilachado, trazando el poco firmamento esférico que se alza desde aquí. 

Todo permuta y nada se escucha. 
O tal vez únicamente sea el taconear alejado de aquellas furcias disfrazadas de mariposas, o quizá sea el crepitar de los árboles en invierno. 
Cuando den las siete abandonaré esta parte del mundo a merced del crepúsculo, como antes de ayer, como ayer, como siempre. 
Y dejaré de escribir poesías para vivirlas en la cocina, a la luz de una vela y con una buena copa de vino, 
recordando algunos personajes con capa y poco prestigio. 
Me iré a la cama con ellos, y los mayordomos de la noche 
cubrirán nuestra piel con el alfabeto nórdico. 
Y en la fábula, dejaré de ser juglar. 
Un lobo desdentado aullará conmigo 
frente al embustero espejo, 
mientras los cuervos aletearán confundiendo 
sus alas con el manto nocturno. 

Y del sueño, la madrugada me retornará. 
Entreabriré los pesados parpados, y una melodía escribirá las páginas de un nuevo día. 


Canet

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