Me observas con ojos acuosos,
y las luciérnagas ocupan tu oscuridad descendiente,
tus pestañas se columpian
como criaturas que juguetean en el parque
como un jardín que juega con criaturas,
sonríes, y tu boca me desafía
y mi mirada también se empapa,
mi torso se fragmenta con movimiento disimulado.
-¿Qué necesitas?
-¿Qué me quieres decir con tu rostro de Náyade?
Tan sólo estás ahí, tumbada, en ese sofá nevado,
pero me contemplas y haces estallar el vidriado
de mi interior idílico,
me contemplas
sofocada, satisfecha, cercana,
tu collar se escurre por tus labios
mientras tus pequeños dedos lo estiran
y tu saliva purifica esa brizna de plata,
pestañeas,
entornas la boca,
me detienes con los ojos,
me despojas el miedo tan insólito.
-¿Qué deseas?
-¿Qué me quieres decir cuando vocalizas silencio?
-Me doy la vuelta y te miro, todavía continuas durmiendo.
Canet
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