El día que decidas
a subir por las escaleras
evitando el ascensor,
cuando llegue el momento apropiado
en el que te otorgues escucharte,
podrás oír la armonía del lobo.
Su aullido a la muerte se aúna
con la sirena de la policía
y su fango
y su objetivo.
En un torreón y con camisa,
combatiente,
desobedece las normas del atuendo.
Al contrario que muchos,
en su firmamento tapiado
contempla confusas lunas.
Hace unos días en el emplazamiento habitual,
arterias atornilladas y navajazos lubricados,
hablaron su abuelo y él
recordando momentos no vividos.
Nunca entendió lo de su misantropía.
Entonces supo
que la dignidad de vivir
es mayor
que la estéril verborrea
de la muerte.
Canet
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