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martes, 24 de marzo de 2015

Varado

Lluvia erróneamente asomada. 

Ventisca que golpea en la cimentación de la torre. 
Restalla contra los muros el vaivén de una nube plomiza. 
Y ésta renuncia a mantenerse ambulante en su balanceo, 

crepita esponjosa en su estrato ennegrecido. 
La salpicadura de los charcos llega hasta la cumbre,
y siembra ciclones bravíos; y su monserga,
no por machacante, se hace menos artificiosa.


La tonalidad de las notas marchitas y distinguidas,
invoca en los románticos espectadores antiguos cantos de sirena.

Y yo aquí,
varado junto al resto de inhumanos,
contemplo el firmamento de finales de febrero
columpiado por el accidental oleaje de tu ausencia.


Canet

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