Estás en mí.
Sales por los ojos para ser la mujer que compra café en el supermercado,
la que sonríe en la frutería y sufre en la repleta librería.
Tu cabello sale por las yemas de mis dedos
para acariciar tu rostro que, a trasluz, embelesa al estanquero de la calle.
Y tu perfume, nítido, tu perfume…
Tu aroma son mis pies aplaudiendo;
son mis manos preparando el desayuno:
tu olor escolta mis muslos, brota por los poros.
Tu voz es la mezcolanza de la biblioteca.
Sobrenadas en cada uno de los libros
y en los versos que escribo y tacho,
para alimentar lo que el invierno estampa en nuestras cuatro paredes.
Estás en mí.
Canet
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