Odio no verme reflejado sobre tu vientre perfecto,
pero idolatro la marca erótica cuando me muerdes
que es vestigio de tarea improvisada
en tu húmeda mirada,
en tu forma de acorralarme y ganarme,
detesto saber que existes y no verte,
sométeme, despedázame, engúlleme,
te siento arañar
y sobrevuelas sobre la tormenta
-sobre mí-
reuniendo diluvios
en el borde borroso del alba,
venero tu perfecta geografía,
divinidad o quimera
tus uñas sobre mi carne,
la miel que destilas
sin conocimiento
que me aturde
y me mata.
Canet
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