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viernes, 20 de marzo de 2015

Entre mis labios de zahorí seco

Agarras mis manos como una muchacha ansiosa
cuando el atardecer se tiñe con crespones púrpuras.
Huérfana de etiquetas, pretensiones, oscuridad,
buscas mis señales en los corredores del deseo.

Acaricias mi boca como niña experimentada
que conserva su dosis exacta de poesía y cordura,
de océanos violetas,
de alimentos afrutados que no pertenecen a este mundo.

Tatúas mi piel como una muchacha aplicada
en el contraste luminoso de la cocina,
esparces vino, canela, oleos
sobre elevados muros eróticos.

Me acaricias sin misericordia, me besas, me hieres,
ocaso de dulce dolor,
dejas estigmas en mi espalda
niña virgen o vampiro angelical.

Te rindes a mi apetito, señora o muchacha,
te diluyes,
flor de exquisito cianuro,
entre mis labios de zahorí seco,
a fuego, a hierro, carnalmente.

Después yaces, mi muchacha,
extenuada y frágil en mi pecho,
mientras lunas pasadas de leche
cuidan las flores estáticas de tu pecho.


Canet

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