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jueves, 30 de abril de 2015

Escucha…

Escucha…
mira 
esto es solamente lo que pretendo
y quiero: 
prepararte el desayuno cada mañana, 
colocar la ropa que dejas por ahí,
dejarte en la ventana una nota,
alcanzar en el aire tu cadera
abatirla,
agarrar tu mano,
conseguir que sonrías
porque como bien sabes la sonrisa es un localidad
donde jamás llueve,
donde los comercios regalan sus existencias,
escucha:
todo es tan sencillo como esperarte a la salida
o que me esperes con un libro entre las manos
y que me digas acomódate
y escucharte leer alguno
de mis crípticos versos.
También:
reírme contigo en la mañana,
cantar canciones que nadie escucha
ya que el mundo quedo sordo hace tiempo,
acariciar el lado rugoso de los lienzos
porque todo tiene su superficie secreta y celestial,
mirar como abres los ojos
bebernos dos botellas de vino
y salir a las calles seducidos
por la idea
de que el mundo,
al fin y al cabo,
contiene algo de sentido.

Canet

miércoles, 29 de abril de 2015

Amor de película.


Amor de película.

Salgo de casa
y de pronto me viene un recuerdo tuyo 
entre las pestañas,
lo acerco a los pómulos,
me lo llevo al oído sano,
le arranco con la uña 
unas manchas de siena tostada 
que le han salido,
le deslizo la lengua por el espinazo, 
se eriza como un gato en el tejado 
en un día borrascoso,
lo guardo en el bolsillo
mientras pedaleo hacia la oficina,
enciendo las calles: 
continuamente el mismo capítulo 
pienso para mis adentros, 
quiero decir 
para mis vísceras,
para mi corazón carmín,
para mis pulmones colmados de niebla, 

Amor de película,
ya nada se puede añadir a estas alturas del filme, 
tan solo decirte que 
toda la ternura del mundo me está exterminando,
que todas las mujeres del mundo
no podrían ocupar
un zapato tuyo.

Que voy como expirando por las calles 
y que indudablemente 
la dimensión del amor se calcula 
por los murmullos que emite el alma 
cuando la noche progresa
hasta cerrarnos la boca.

Canet

Estamos solos (los negros)

Estamos solos los negros. 
un poco solamente, 
pero peor. 
A solas con nuestra negritud y nuestras poesías,
somos negros que construimos símbolos 
como quien compra en el supermercado.

Le han puesto cuchillas a la puerta
del cambio
y una metralleta
que lanza esferas dolientes
sobre nuestra oscura piel.

Quizá debamos aderezar la tristeza.

La amargura se estruja.
La soledad se escribe.
La nostalgia se bebe.

Tenemos que ponerle banda sonora
a todo
e inmensidades de azúcar
a esta precolombina tristeza.

La soledad es un océano que nos engulló.
La tristeza se saca en romería.

Estamos solos los negros,
solos con nuestro yembe y Mugabe,
maldito ombligo europeo
soledad monstruosa,
al igual que la occidental,
al igual que la del “primer mundo”.
Pero nosotros al menos sabemos bailar.

Canet

martes, 28 de abril de 2015

Destapándome.


Es evidente que no me parezco a Darío de Regoyos, 
ni a Octavio Paz.
Los anuncios milagro me entristecen. 
Quisiera ser cansa-autor , pero lloraría con las canciones. 
No recuerdo lo que sueño con los ojos abiertos. 
A veces, imagino cómo sería mi vida si fuera un ex prisionero, camello o portero de discoteca. 
O todo a la vez. 
No he ido a clases de karate, ni de solfeo, ni de inglés, 
ni de pilates, ni de yoga, pero he pintado algunos cuadros. 
No descarto convertirme a la religión cristiana, 
quizá. 
Tengo alergia a las multitudes y a la felicidad primaveral. 
Me compraría antes un pájaro sin jaula
 que un SanBernardo. 
Es cierto que algunos comen igual que follan. 
Me irritan las corbatas tanto como algunos zapatos. 
Visité los sepulcros de Wilde, Cortázar, Baudelaire y Canet. 
Espero no tener alzhéimer. 
Espero no morir sin recorrer Sudamérica. 
Soy malísimo contando chistes. 
Tengo debilidad por la gente que trabaja en el supermercado.
Me divierte cocinar. 
Con once años, jugando a los exploradores en una montaña, me comí una mariposa.
Jamás copié en un examen. 
Tolstói escribió un novelón que se me resiste terminar.
Los domingos, veo cine escandinavo de los 60 y pongo la radio. 
Todas las plantas suelen morirse en casa. 
Detesto la vanidad. 
Se ríen de mí por ser vegetariano y por comprar libros de papel. 
Me gusta dar dinero a quien lo pide. 
No sé coser. 
En el 2003 tenía una melena maravillosa con dos patillas bien pobladas 
y recité poesía en la playa de Benidorm cuando nadie me escuchaba. 
No tengo chándal. Ni país , aunque mi carné diga lo contrario. 
Los best seller me aburren. Compongo versos cuando no puedo dormir. 
Creo que las rubias son sintéticas. 
No celebro San Isidro pese a mi pose chulesca. 
Me da risa el Reggaetón. Tuve una época de sicodelia.
Me pregunto si existen los extraterrestres.
Me pregunto si soy buena persona. 
Ojalá pudiera pintar algo grande. 
No fui al instituto. 
Soy de los que cree que las corridas de toros son un anacronismo carente de sentimiento. 
Me gustaría ir a la opera. 
Descubrí recientemente que soy celoso. 
No tengo plan B. 
Recuerdo perfectamente el primer libro que leí. 
He olvidado a todas aquellas personas que me adularon. 
Colecciono cine clásico. 
A veces, me asombra que me quieran. 

Canet

Esto no es una despedida.

Esto no es una despedida:

Soy una fortaleza, aunque pocos lo sepáis. 
La tristeza, esa cucaracha de barrio bajo,
me tanteó.
He sido canción. 

Quiero decir: un verso.
Engrasé mantequilla en cárceles
sin rejas frente al vacío.
Hablé de literatura y del destino
y de películas abandonadas.
Me extravié, también. Y hubo puñetazos
de púgiles con cortes de navaja
que me fueron enseñando el camino.

Volví a ser noche:
no hay nada más fiel que un vaso de vino.
Y en una pared
alguien pintó la palabra
Felicidad.

Pero no, 

esto no es una despedida.
No basta con caminar para distanciarse.

Canet

Un único nombre.



Tres pares de letras, 
un único nombre,
cien mil argumentos disimulados
y centenares de sensaciones,
cifras para amarte
que ya no saben de números
cuando desafían afables
a tu esplendor incalculable.

Dígitos indescifrables
de una métrica falaz
que pretende encajar los versos,
como si una poesía pudiera
ensalzar tus maravillas
que extienden al infinito.

Por eso prefiero las letras
rendido ya a la certeza,
de que las rigurosas matemáticas
no esclarecerán la incógnita
que anida en nuestros corazones.

Canet

Sin título 51.





Presto atención al ingrávido pulso del amanecer.
Que distinta es la tristeza de un día de primavera
cuando se van desvistiendo todos los interrogantes
y entre las manos queda dilatada la canícula de la noche.
Veo destejerse pausadamente las sombras
y percibo el alboroto exaltado de las aves madrugadoras.
Un gorrión se revela con su gorjeo encima de una rama,
es tan diminuto como cualquier esperanza
pero mantiene un latido,
que por instantes
se adueña del alba.

Canet

lunes, 27 de abril de 2015

Notas.

1.
Tan imperfectas como todo 
son las mañanas.
Nada es trascendental
pero hoy he oído pelea de golondrinas
bajo las tejas rojas.
La brisa empapó mis ojos con un llanto de ausencia,
ignoro por qué he pensado en el otoño
cuando todavía las señales del amanecer
llevan florecimiento.

2.
Galopan las nubes como aeroplanos
sin dirección buscando la península.
Afloran desde la torre
y se manifiestan en el tejido de los escaparates,
en el silencio de los transeúntes,
en el fulgor y sueños de la noche.
Yo peregrino por el cielo bajo las sombras de tu cuerpo
y tengo mis labios entre tu busto,
en la simiente de tu aliento,
representado un ave solitaria
que custodia aquella isla donde tu corazón me aguarda.

3.
Quizá me deba dormir junto al silencio,
ser como un puerto descuidado al mar.
Logro escuchar el batir de alas
de las gaviotas.
Se reclaman,
formando una uve perfecta
que marcha lejos
y que abandona esa semilla en mis ojos
que aproxima oleajes y aguaceros.

Canet

viernes, 24 de abril de 2015

Donde cotiza la tristeza.

Susurro lentamente algunas cosas
como hace un anciano a sus difuntos.
El sucio zumo de la lluvia me cubre,
me humedezco de esas calles propias,
soy los desperdicios del recuerdo, 
las sobras de mi vida.
Vuelve a ser la tarde delicado cobijo donde refugiarme.
Hay algunas tinieblas que palpan mi espalda
mientras se va alejando la primavera murmurando represalia.
Oigo a la brisa golpear las hojas,
agotar los estandartes y silbar bajo las puertas,
agita los disfrazados árboles de flores y de aves
y esboza en el paseo de la castellana
un intervalo de ausencia,
un andar y regresar de versos sin sentido,
la dudosa cantidad anónima donde cotiza la tristeza.

Canet

Mi caminar es del viento.



Mi caminar es del viento 
y aparezco como la noche,
trasladando la oscuridad al centro de la ciudad.
Llevo conmigo ciertas responsabilidades, 
ciertos defectos universales.
Hay manías que florecen de la osadía
y otras de la precisión de la edad.
No, no voy a lamentarme por sentir la obligación
de inquirir respuestas para las cosas triviales.
Somos todos tan diferentes y a la vez tan semejantes.
Tememos que nos observen
y que nos señalen
cuando solamente nos puede desnudar una caricia real,
una mirada que indemnice la soledad
o esa quietud vivida entre dos.

Canet

Un mal día.

Quedarte a dos números de la lotería, 
aplastar la única mina activa 
que quedaba en Europa, 
o una mierda de vaca, 
morir atropellado por los 
japoneses en el museo d´Orsay,
una visita inesperada cuando escribes,
perder las llaves de la bici,
caminar por la calle y que te digan hola
creyendo que eres David Bustamante
o Ana Rosa Quintana,
interponerte entre un francotirador y su político,
equivocarte con la sal y el azúcar,
venir al mundo sin ser preguntado,
pensarte
y no encontrarte por ninguna parte.

Un pésimo día lo puede tener cualquiera.

                                                                                        Canet

jueves, 23 de abril de 2015

¿Qué será de ellos?

-¿Qué será de ellos cuando yo deje este mundo?-. Es una pregunta que me produce escalofríos. Cada día salgo de casa y les dejo solos. De 8h a 20h me encuentro fuera, subo a autobuses, viajo bajo el suelo, trabajo archivístico y soporífero. 
Pero siempre cavilo en ellos. 
-¿Qué será de ellos si me ocurre algo malo?- , pienso con gran inquietud. Podría también sucederme algún incidente mientras me encuentro fuera. Pero esta probabilidad no me atormenta mucho. 
-Con el destino todo es probable, pero no todo es posible-, me digo a mi mismo para apartar al miedo. Sin embargo, no sé por qué, quizá por la alteración a la estoy acostumbrado- gracias al fiel insomnio- la idea de dejarlos desamparados me inquieta. 
Hay noches en las que me figuro un accidente de autobús en el que me desplazo o cómo descarrila el tren por la oscuridad espesa que esconde el subsuelo de Madriz. Y me muero. Entonces la zozobra me posee por completo y unos fantasmas me trasladan a otros sueños más tétricos. Entiendo que un percance casero pueda torturar o terminar con la vida de mis elegidos. Pero la suposición argumentada de abandonarlos a la intemperie eternamente, eso no puedo aceptarlo. 

Una noche logre soñar que un tal Señor Gutenberg , estaba atrapado en un incendio de su casa, me gritaba desde el fondo de uno de los cuentos más excelentes que hubiese leído.
-¡No les dejes solos nunca, no te separes de ellos jamás!-, me decía aquel grito que se extinguía entre el fuego de la angustia. Cuando abrí los ojos estuve reflexionándo sobre lo que acababa de soñar: 
-¿Debo hallar yo también la senda del sufrimiento? ¿Pero qué camino? ¿El de mío, el de ellos, o tal vez  todos los senderos?.- 

Voy del trabajo hacia casa.  Llego. Abro las ventanas y enciendo un par de velas, subo las persianas y permito que la escasa luz del día entre en mi morada. 
Lentamente observo las paredes con sus estantes. 
-No debéis inquietaros ni preocuparos por nada. Nunca seréis de otros que no os entiendan-. 

El salón produce un crujido como si manifestara un desgarrador pánico ante las palabras que acaba de declarar un humilde bibliófilo.


Canet

No seré poeta.


No creo que llegue a ser poeta,
porque no tengo el alma martirizada
por el pesar
por el amor
por el deleite
por la soledad.


Quizá no llegue a ser poeta
porque no sé componer con palabras
de armonía enigmática
como anfibología
denuesto
zaino
exabrupto.


No seré poeta
porque un poeta ha de ser pâté Lorrain
y yo soy más bien albóndigas de soja
con patatas fritas
pan del chino
café recién hecho
y vino con briznas de humo.


No, jamás seré poeta
aunque escriba un millón de líneas
letra a letra
verso a verso.

Canet

miércoles, 22 de abril de 2015

Recuerdos.

He guardado pocos recuerdos: 
uno de ellos
es la evocación de aquellas tardes
de invierno en las calles de Madriz 
envueltas de basura.
El humo de las chimeneas sobre los tejados 
que calmosamente escribían 
versos grises.

Conservo muy pocos: 
los aromas
que coleccionaba al atrapar del aire
las bocanadas de tabaco negro,
o aquel fabuloso rubio que transportaba
una fragancia de películas clásicas.

Un retrato de mis padres sonriendo,
desnudándose con sencillez 
hacia la cámara de fotos.
Yo jamás logré escucharlos. 
Ellos nunca me hablaron
ni tampoco me prestaron oídos.
Me legaron un semblante, 
el del retrato.
Suficiente para no considerarme 
un hijo de puta. 

Canet

Sin título 50.

Cada vez que me atrevo a detenerme 
frente al espejo veo la figura del tipo que soy,
y no del que deseé ser en muchas ocasiones,
y me complazco por ello
pues muero en cada proyecto de conseguir mis sueños
sin dejar nunca de resucitar para intentarlo de nuevo
y me entristecen los tantos momentos que descuidé
mientras meditaba en el modo de vivirlos...
mas avanzo sin mirar atrás
derrumbando las divisorias de las edades lejanas
para marchitar con la mirada elevada
una mirada cabal e inexpugnable,
ya que tan solo soy el tipo que soy,
nada más,
nada menos.

Canet

En todas partes.


En los dedos entrelazados,
en la piel del vientre,
en el ángulo de la boca,
en las penumbras de los silencios,
en los soportales de la melancolía, 
en los arrabales del temor,
en las heridas de las urgencias, 
en el ascensor de las circunstancias,
en el recuerdo de la desorientación,
en las remembranzas de la cotidianidad,
en la introducción de la brisa de otoño,
en las arrugas de las hendiduras del ayer,
en la afonía de una poesía ambigua, 
en la particular soledad de esperas,
en la compleja armonía de la tristeza,
en el estribillo fúnebre del olvido,
en unos cuantos versos inhibidos,
en las tentativas ingratas de la fortuna, 
en las gotas de los ojos,

en tantos sitios…
se esbozan historias y vidas.

Canet

martes, 21 de abril de 2015

Rugosidades.


Rugosidades nutridas de tiempo, 
de piel y noches. 
De halagos, vino y saliva. 
De lágrimas, 
que unas veces acicalan 
y otras se escurren en un cuerpo ansiado
hasta convertirse en poesía,
poesía que admite el compás
y la armonía de un momento sublime.
Pero la vida,
con sus rugosidades y su cotidianeidad permuta.
Algunas veces desconoce el sentido,
y evapora todo lo que le envuelve,
incluso el modo de hablar.
Y en el resplandor y en la franqueza
nacen los versos,
oberturas,
evocaciones,
surcos.

Debemos sentirnos vivos.
O mucho más que eso,
toda la eternidad
derramarla en hojas en blanco,
en las que no se narre
ni se busquen certezas.
Solo el propósito de escribir.

Canet

lunes, 20 de abril de 2015

Mi nombre es...


Mi nombre es Canet con dificultad,

y taciturno de apellido; 
tal vez baladí, incluso.
Soy nativo de aquí y existo de milagro.
Me soporta el asfalto, inservible decirlo, 
pero puntualizo
que me compongo de natura sobre todo.
Ya pasó a mejor vida el abuelo ratón
y no pude apiadarme como él quería
porque vivió por siempre, disfrutando inmortalidades.
Algo más tarde llegué a conocer 
los familiares saurios, las amapolas,
algunos árboles desconocidos, desnudas montañas
y todos me relataron detalladamente
sus gloriosas proezas: 
oscuras excursiones,
albergues, 
festines, 
valerosas ausencias...
Después nació el arbusto, 
primo hermano,
coincidió con las grietas y, 
desde entonces,
hasta las tormentas domadas me lloran 
de distinto modo,
como si fueran mi madre.
Es posible que tenga los ojos de cereal
o las ramas torcidas
o la misma barbilla como un albaricoque.
De otro modo no me explico
còmo puedo confundir,
la lágrima más inocente
que mana en un instante de despiste
con su combada forma, 
poética y desbordante.
A día de hoy trato ser discreto
para no mezclar desconfianza con vida,
ni barrotes con palpitaciones, 
ni trazos con universo.

Canet

viernes, 17 de abril de 2015

Para escapar.

Para escapar del miedo me escondo 
entre libros y películas. E investigo, 
junto a Dupin, las huellas de la rue Morgue. 
Asisto a estilosas veladas 
con Dorian Gray en el plomizo Londres. 

Balzac me lleva a Saumur
y lloro con Baudelaire entre las flores
de un jardín maligno y con Saramago
escucho las carcajadas del altísimo.
Después me desplazo
al quimérico apartamento de Polanski.

Y me pongo a pensar en ti. Te menciono,
mi única vida, mi más dulce verso,
mi blanca noche, el argumento de mis cosas,
mi itinerario y mi estío, mi bagaje,
el puro e íntegro pecado de mi carne.

Pienso en ti para escapar remotamente,
para huir de las tempestades, de esta piel
quebradiza y vencida.
Me abrigo
en los días en los que tu cuerpo
me transforma en el hombre
más venturoso de la historia.

Canet

jueves, 16 de abril de 2015

Temblor existencial.


No soy escritor de media noche, 
solo de temblor existencial, 
me gusta escribir de día, 
con el verso amanecido, 
el que se enreda con la almohada sin saber qué hacer,
si levantarse o remolonear. 
Desvelado por la subsistencia, 
por lo ordinario, 
por aquel desgarrón anárquico 
del que inconscientemente me adueño 
y nombro totalidad. 
Escritor de absurdos, 
y por supuesto escritor de las indecisiones: 
esos macutos de fortaleza del raciocinio 
que moran en el feudo encharcado de lo inexplicable. 
Las dudas son imprescindibles, 
suponen el alimento diario del alma, 
y le otorgan una risueña tristeza al apetito de conocimiento, 
a la vida que sin conclusión se desliza entre mis manos.

                                                             Canet

miércoles, 15 de abril de 2015

Es necesario

Es necesario que sepas que este lugar está muerto:
hace unos años que me alojé en estos muros de metal negro
y desde entonces no ha pasado un solo instante
sin que me revele sus llagas más pérfidas,
como una convocatoria a un sepelio.

Hace un tiempo,
y de modo inesperado,
me abrazó en una condolencia mojada,
y bajo el desconcierto de un hundimiento
empezaron a caer del techo
sollozos encebollados
estrellándose contra el suelo.

Fue terrible,
créeme que fue de lo más dantesco,
jamás vi un lugar
tan muerto.

Algunas ocasiones siento vértigo
pero no quiero huir,
a veces huelo a carne,
y en otras no encuentro a nadie.

De cómo mis ojos quedaron cegados
te hablaré en otra ocasión,
hoy sólo diré que te extraño
y que suelo sufrir de heridas dormidas
en medio de la tarde aciaga.

He pensado en decorar las paredes con láminas
intencionadamente coloridas,
porque este lugar lleva un tiempo muerto
y confunde risas con plañidos.

Es necesario que lo sepas.

Canet

Susurro de lluvia


Y cuando no encuentre
el lenguaje
ni las lágrimas
me dejaré llevar
tierra adentro,
hasta donde diluvie
con tu imagen
mi alivio
y emane
el rocío tu perfume,
prisionera ya la lluvia
por el reposo,
para escapar
de esta
tormenta triunfadora.

Y tras mil silencios
y un solo destino,
sobre el lienzo del firmamento 
o entre los adoquines,
así, 
florecerá
tu voz, 
a oscuras
y desnuda,
sedosa
como susurro
de lluvia.

Canet