Gracias por colorearme.

I.
La cima de mis manos, el envés de tus pies, 
mi ritmo, tus gemidos, 
el repiquetear de mis dedos, los lazos de tu cabello, 
mi crujir refrenado, tu ansiedad silenciosa, 
instante que aflora, pieles trenzadas. 

II.
De pronto, sin llamar a la puerta, una tarde cualquiera de trabajo en una oficina, ella se coló en mi vida.
Apenas hizo ruido, entró de puntillas aunque con tacones.
De este modo fueron aconteciéndose los meses mientras cada jornada se hizo más fértil el intercambio de mensajes, sensaciones y conocimiento.
Y sin pensarlo, esta mujer preciosa, amable, alegre y de mirada conmovedora, con su bello espíritu y una habilidad inverosímil para colorear la tristeza se convirtió en mi mundo, necesaria e indispensable hasta el fin de mis días.

Gracias por colorearme. 

Canet