Caminar por Madriz sin crear nada,
en la desorientación de una tarde sin sentido,
es una actividad como cualquier otra,
y que nos ayuda
a no comprender a la ciudad, a no comprender
este vagar, a no comprender
a la humanidad.
El sol se esconde. Por las sucias
lluvias de la tarde, cada cual
zozobra a solas. La demencia
tiene un mandamiento, un compás y un lenguaje.
Nada son las imágenes, las poesías,
la mundología y las esperanzas
en la desorientación de esta navegación.
La tarde no me lleva a puerto alguno,
en ningún muelle fondea la suerte
que he olvidado dónde la abandonamos.
Quizá
en la desorientación de otra tarde sin sentido.
Pero ¿quién declaró que las tardes a la deriva
deben ser algo bello? Que yo sepa, nadie me lo dijo.
¿Quién declaró que sonará
la melodía por la que el mundo se mueve?
¿Quién demonios dijo
que esa armonía exista y que sus acordes
dulcifiquen el dolor?
Muchas cosas suceden en la tarde.
No entendemos nada,
pero del mismo modo transcurre.
En este Madriz y en nosotros,
en nuestras entrañas y en el mundo
con su bella armonía,
en los amores, en la infancia y en sus miedos
en la soledad, en el dolor y en la delicadeza,
se extravían calle abajo, desorientados,
camino a una noche sin sentido.
Canet
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