Nos relatamos todo.
De puño y letra, de viva voz;
silenciosamente,
entre nieblas de pensamientos.
El lenguaje, entonces, lo ocupa todo.
De reflexiones, de terror, de disparates, inclusive de amor.
Y atiborrados, nos escoramos con la carga, caminamos con el peso.
Se caen a veces del bolsillo fragmentos de relatos,
o se balbucean retahílas cuando dormimos.
Pero todo se convierte en escritura.
Incluso la reserva que llenas cuando me miras de soslayo.
¿Cómo diantres huir de tanta verborrea insalubre?
No continúes,
abre los ojos,
¡cierra el libro!
Canet
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