Pensastéis que estaba muerto.
Incluso vosotros,
cuyas palabras me agujerearon la cabeza como si fueran impactos de balas.
Yo,
yacente en la acera,
fingí estar muerto.
Me metisteis en un féretro
y en él he encontrado mi oficina.
Hay quien asegura que los poetas
o intentos de poeta escriben mejor estando a solas.
Aquí dentro nadie me incordia,
así que voy a intentar estructurar
este anárquico montón de líneas
antes de que las larvas me engullan.
Canet
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