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martes, 24 de marzo de 2015

Llueve


Llueve.
De pronto lo empapado se sucede como si este mundo fuera de agua.
Y tan sólo se me ocurre quedarme inmóvil, 
despertar mi hermosura de estatua y aguardar.
Quedarme quieto para mojarme, 
quedarme hasta que mi ligera chaqueta me transparente el pecho, 
quedarme y ver las burbujas del diluvio sobre mí.
Y concentrar a mi alrededor la luz de tus ojos sumergidos en la niebla etérea del aguacero.
Llueve.


Aletea por entre el cielo el aroma a asfalto y se propaga la sensación de rocío entre la caótica ciudad. 
Mis zapatillas caladas y mi despeinado estropeado; 
pero continúa lloviendo 
y eso es lo que deseo en este instante…

Canet

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