martes, 17 de marzo de 2015
Insignificancias
El viento sangra de frío.
Como el ambiente de Nanuk, aquel esquimal -que jamás vi - que quiso descubrir los primeros besos y tan sólo obtuvo un calor nasal.
El viento sangra y lo peor de deambular es que el frío me ciñe las entrañas, incapaz de alejarse.
En la bruma de mi paseos matutinos,
a través de la gasa que se esparce frente a mis ojos,
los focos amarillos de los coches se amontonan precipitadamente.
Voy de camino y recuerdo que necesito escribir tanto como preciso del sangrante viento,
al nocivo aguacero, a la tierra que se balancea a lo lejos,
a los edificios del dolor que brotan en mi recorrido,
a la inseguridad que crepita en mi pecho,
a la jodida vida.
El resto son nimiedades.
Canet
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