Escribir tiene una única verdad:

I.
Que sean otros los que escriban
la sublime poesía,
las paginas perdurables,
las tajantes,...
creaciones que sean retratos
melodiosos.
Lo que yo pretendo
es pintar los vestigios
del instante que se desliza,
las palabras
que decretan en su brotar,
la duración del aleteo.
Los versos que rastreo
son como mis memorias
en donde no hay propósito ni reglas.

II.
El vigilante no me permite la entrada.
Dice que soy mayor de edad.
Yo, que vengo de ningún país.
Mi pasaporte carece de patria.
Necesito una bandera.
Una rúbrica.
No entiendo su lenguaje.
Suspendí el examen de aceptación.
Anularon mi lugar junto a los humanos.
Desempleado para siempre.
No tengo prestigio ni influencias.
Me escupieron en este mundo sin preguntarme.
Y aquellos dirigentes vienen y me dicen
que dé las gracias y que cierre el pico.

III.
Escribir tiene una única verdad: soportar.
Poe lo aseguraría, Márai certificaría
declaraciones similares.
Esto avala por otra parte
la perduración intimidada de un oficio
que pocos observan y al parecer
muchos aborrecen,
como una afección de la moralidad.

Canet