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martes, 10 de marzo de 2015

Sin título 7

Los que escribimos y los que nos matamos
con interrogantes sin solución sentimos
el ruido salvaje del bolígrafo
arañando la corteza del mundo,
desde el fondo de la copa de vino
bramamos a una divinidad de copas,
porque la incomunicación enloquece tanto
como las mentiras en el amor,
y es necesario tener un par de huevos
para atinar en el centro de los luceros
y no verter sueños sobre vasos vacíos,
y, total,
para lograr como recompensa el silencio
de un intento de poeta que quedará
eternamente crucificado
en los bolsillos de vuestros corazones.

Canet.

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