Hay veces que uno cree
que la vida se divide en dos partes:
Una que se extravía entre la niebla de la ciudad,
mezclándose con la muchedumbre,
distorsionándose en otros semblantes,
allí donde hierve la sangre
que busca entre el pellejo y el corazón.
Y otra que se oculta en lo sombrío,
buscando claridad en la infinidad,
topándose con los ciegos confines,
allí donde el aire es puro,
y se embrolla con el aleteo de las mariposas.
Aunque también uno se da cuenta
que es adecuado introducirse en
las vísceras de la poesía,
donde se fusionan luz y penumbra,
jardines y piel,
espejos y minutos,
donde palabras y vocablos
tejen delicados hilos de seda.
Canet
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