Soy de esos hombres
que se guardan los incendios en los bolsillos
y salen a romper cadenas oxidadas con las lágrimas
o la sonrisa.
Hombres que dicen barro,
dicen noche,
dicen disparate y amor
y van organizando y limpiando las baldas del domingo.
Los que pliegan los silencios
y silban al lecho de madrugada.
Aquellos que llevan cien poemas en el dorso de la mano
y una paz de lluvia en los ojos.
El de las alas,
el de las cicatrices,
el de los besos almacenados o adheridos,
el de las manchas en las camisetas,
el de las anémicas manos,
esos que siempre huelen a epidermis y a sensibilidad.
A ese Peter Pan de todos los sueños
el pequeño y el gigantesco que todo lo vence
y a veces no,
el que juega la partida de todos los desconsuelos
y los va deportando.
Hielo y melosidad
ese hombre decido ser.
Canet
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