Mi niñez: no poblada,
sino soledades de plaza y habitación
-demasiada incomunicación, demasiadas páginas deletreadas
para que la memoria sea melancólica-.
Mi entrada precipitada al mundo real
-¿sigue siendo de verdad el mundo?-
con dieciséis años,
tras unas manos deshidratadas
con las que rechace caricias;
y aunque reconozco que de algún modo
soy lo que fui
también, dichoso olvido,
tengo momentos que evocar no quiero.
Canet
No hay comentarios:
Publicar un comentario