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martes, 10 de marzo de 2015

Mentiras

La veracidad gozaba de una reputación resplandeciente 
que nos hacía dudar de sus trofeos,
así que la afeitamos a machete,
y le dijimos quédate ahí
en esta callejuela de carroñeros 
por anticuada y farsante
porque las cosas especiales de la vida,
aquellas que te agarran por la médula de tu núcleo
las que explotan en espasmos de alegría,
las cosas realmente imperecederas
son engañosas.
El recreo por el placer.
Los museos.
El zumo de Baco.
El aleteo de las aves que hilvanan y deshilvanan este firmamento.
La capacidad en cualquiera de sus ilimitadas estructuras.
Los saludos en el ascensor.
Los goles de Messi.
Los verdes botella de Hopper.
Las amistades alimenticias.
El que siempre nos quede París.
La infancia.
La vejez.
Los halagos.
Sus miradas
La vida será, fue y es
continuamente
una falsificación.
La fenomenología del espíritu de Hegel,
todo una falacia,
los anuncios,
el papel cuché
la justicia es falsa,
lo auténtico es una falsificación,
inclusive la poesía.
¡redios¡
y sospecho que este poema
también lo es.

Canet.

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