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martes, 10 de marzo de 2015

Autorretrato 2



Soy algo taciturno. Melómano y poeta. Malabarista en la cuerda de lo artístico. Ejecuto mi destino de hombre. Silbo mal lo hermoso y lo perfecto. Fumo, bebo y escribo. Mi cerebro es un arroyo abundante que nadie ha contenido. Soy noble, feroz y me mojan las lágrimas cuando estoy solo. Venero lo justo y la honestidad. Vocifero de rabia en la cúspide si no alcanzo lo que quiero. Desequilibrado, locuaz e insolente. Me gustan los vinos tintos y las zapatillas tildadas de feas. Estimo el olvido, el campo y el Rif. Mis episodios no escandalizarían a nadie. Amo la luz que revela Bergman y la tortura placentera de Tarkovski. De mí dicen que no me canso de la hermosura extraña y exótica y que bebo del arte. Vomito por dentro ante lo ordinario y lo extravagante y rasgo mi piel ante lo indecoroso. De niño coleccionaba hojas caídas y fragancias, gusanos de seda y libros. Me gusta lo vegetariano y los hechizos y busco el cáliz para mi dueña. Soy valiente, tímido y abstraído. Me hospedo en la literatura y no respeto leyes ni a gobernantes. Me agradan las camisetas oscuras y los pantalones sencillos, el algodón y los trajes sin corbata. Mido uno setenta y siete de altura y calzo un cuarenta y dos, y uso pies de modelo. El roce de la primavera me daña, escuchar a Max Richter me emociona y me iza, oler el cuerpo de Náyade me enciende por partida doble; leer a Thomas Mann o a Sándor Márai me hace reconocer a la literatura de verdad. Llevo casi siempre barba de pocos días y nunca me pongo zapatos.
!Y me gusta cocinar sin proteína animal! 

Canet. 

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