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jueves, 12 de marzo de 2015

Aullando

Si por lo menos la lluvia de enero hablará de tus ojos aún quedaría alguna esperanza. 
Pero la lluvia sacude Madriz sin previo aviso, sin pronunciarse, fatigada de tantos ignaros y humareda infausta. 

Gotas de lluvia contaminada despedazando las vísceras del metro y mientras los "humanos" llegan tarde a sus cárceles. 
Solo eso. 
El recital colérico de coches y sangre asustó a la ciudad, se atascó y las cucarachas y las ratas se propagan bajo las torres.
Todos deseamos un agujero para escondernos.
Quien consiga algo en Madriz es mejor que lo conserve, se aproximan las hienas gubernamentales a olfatear tu axila.

Cualquier bolso con estilo y distintivo podría levantar del suelo roñoso a diversas familias,
no han dejado ninguna salida de emergencia y hay que ser muy imbécil para deleitarse con la obra teatral y el jornal.
Se puede ver a supervivientes infantiles en las hendiduras de la villa y corte, pero tan solo pueden juguetear los vástagos de los reptiles bancarios.
El resto de los niños se divierten con la basura almacenada, escapando de la miseria que huele a mierda.

La ciudad de la corte empachada de pellejos, y el estómago continúa vacío.
Se acumulan los días en nuestros remordimientos y aún seguimos sin mover un dedo,
las tareas se nos amontonan y la mochila pesa tanto que hace que caigamos al suelo.
Estamos extenuados antes de comenzar.

En la villa y corte se suplica a Altísimo que no corrija ninguna falta ortográfica.

No se ve al ejército salvador en lontananza.
Nadie nos ayudará, pero si queréis yo os dejo un sitio en mi barricada de versos y aullidos.

Canet

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