Y cuando no encuentre
el lenguaje
ni las lágrimas
me dejaré llevar
tierra adentro,
hasta donde diluvie
con tu imagen
mi alivio
y emane
el rocío tu perfume,
prisionera ya la lluvia
por el reposo,
para escapar
de esta
tormenta triunfadora.
Y tras mil silencios
y un solo destino,
sobre el lienzo del firmamento
o entre los adoquines,
así,
florecerá
tu voz,
a oscuras
y desnuda,
sedosa
como susurro
de lluvia.
Canet
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