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miércoles, 8 de abril de 2015

Jamás seré un hipster.

Jamás seré un hipster,
escribir versos es un alumbramiento que cuando se comienza 
ni el mejor de los progenitores está listo para la hemorragia,
para la nutriente de una estrofa,
ni para el aullido hondo y esencial cosido al cuello del vientre.

Jamás seré un hipster,
agitado y jodidamente quebradizo os lo advierto,
rajado en canal y quejumbroso,
limítrofe al rugido de la vida
o al frágil fastidio de la muerte.

Detesto a las aves que no saben de sexo,
siento aversión hacia los árboles que hablan de mi sin conocerme,
porque conozco una brisa desnuda
que es armonía, vehemencia y alivio,
conozco una niebla colérica que hace al horizonte diminuto,
conozco a un vagabundo en la noche de todos las soledades,
dormido en la calle.

Jamás seré un hipster,
jamás tendré unos zapatos de señor mayor,
ni mi nombre brillará tras un escaparate,
nadie vendrá a fertilizar
el retumbar de mis entrañas.

Y llegará la noche,
como siempre,
con su decisión y sus demandas
con sus suspiros,
intranquilo sueño marchito como la flama de una vela:

Yo solo quiero una librería,
una pequeña librería,
cercana,
apasionada,
una librería donde sonreír y despeinarse
rodeado de sirenas
y de marinos cálidos con brazos gruesos y tatuados.

Porque quiero a los vástagos de todas las predilecciones,
quiero la delicada arteria de los rotos,
la almendra de tus ojos,
quiero las páginas viejas,
el polvo,
los estantes de roble,
la cumbre de todos los títulos,
la sonrisa del mendigo,
el miedo a los cementerios.

necesito de la poesía
y de la soledad.
Jamás seré un hipster.

Canet

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