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miércoles, 1 de abril de 2015

Haciéndonos lluvia.


Mucho mejor de este modo, 
jadeándome,
consumiéndote lentamente 
como si fueras una pastilla de jabón 
en la humedad de mis manos.
Mi boca famélica,
mi secuaz lengua…
así,
beodos del instante,
cegados,
cuando nuestras esencias
solo advierten la llamada de la carne
y se desmoronan,
nos enterramos entre las sábanas
empapados por las brasas,
y nos hacemos lluvia,
agua de diluvio,
indiscutible armonía
ante el estrépito tenaz de la noche.

Canet

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