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martes, 28 de abril de 2015

Sin título 51.





Presto atención al ingrávido pulso del amanecer.
Que distinta es la tristeza de un día de primavera
cuando se van desvistiendo todos los interrogantes
y entre las manos queda dilatada la canícula de la noche.
Veo destejerse pausadamente las sombras
y percibo el alboroto exaltado de las aves madrugadoras.
Un gorrión se revela con su gorjeo encima de una rama,
es tan diminuto como cualquier esperanza
pero mantiene un latido,
que por instantes
se adueña del alba.

Canet

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