He empezado a escribir a las siete de la mañana:
he pasado una noche en la que no me fiaba de mí,
una noche más con cien versos rondando,
una noche más soñando con quien me acompaña
siempre
y en escribirle de una vez
la mejor poesía que se haya escrito;
escribir una noche exacta.
Definitivamente me siento extranjero en este mundo,
me gustaría pensar
que solo estoy de paso
pero la vida se obstina en esparcirse
pero la vida se obstina en esparcirse
a punta de impactos de mañanas peliagudas,
tardes exageradamente luminosas
y noches largas.
Quizá deba cerrar los ojos e intentar dormir,
soñar de una vez,
pero aquí estoy, café en mano y cigarro en labios
escribiendo sin saber muy bien qué,
roto,
melancólico,
con la espalda dolorida,
y el cuadro sin terminar.
Madriz y sus estaciones imprecisas,
una ciudad asfixiada.
Me estoy haciendo mayor,
y según se aproxima el peligro
medito en un futuro,
para reposar y divorciarme del dolor.
Ardua tarea la de seguir escribiendo,
como la de despertar cada jornada
salir al mundo
y no hallar quietud,
un aliento fresco,
empatía cercana,
un consuelo de palabras
que me ayuden a mojar
esta sequia del no ser
y poder esparcirme
hasta ser completa disolución.
Canet
tardes exageradamente luminosas
y noches largas.
Quizá deba cerrar los ojos e intentar dormir,
soñar de una vez,
pero aquí estoy, café en mano y cigarro en labios
escribiendo sin saber muy bien qué,
roto,
melancólico,
con la espalda dolorida,
y el cuadro sin terminar.
Madriz y sus estaciones imprecisas,
una ciudad asfixiada.
Me estoy haciendo mayor,
y según se aproxima el peligro
medito en un futuro,
para reposar y divorciarme del dolor.
Ardua tarea la de seguir escribiendo,
como la de despertar cada jornada
salir al mundo
y no hallar quietud,
un aliento fresco,
empatía cercana,
un consuelo de palabras
que me ayuden a mojar
esta sequia del no ser
y poder esparcirme
hasta ser completa disolución.
Canet
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