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lunes, 13 de abril de 2015

Escribiendo (ardua tarea)


He empezado a escribir a las siete de la mañana: 
he pasado una noche en la que no me fiaba de mí, 
una noche más con cien versos rondando,
una noche más soñando con quien me acompaña 
siempre
y en escribirle de una vez
la mejor poesía que se haya escrito;
escribir una noche exacta.

Definitivamente me siento extranjero en este mundo,
me gustaría pensar 
que solo estoy de paso
pero la vida se obstina en esparcirse 
a punta de impactos de mañanas peliagudas,
tardes exageradamente luminosas
y noches largas.

Quizá deba cerrar los ojos e intentar dormir,
soñar de una vez,
pero aquí estoy, café en mano y cigarro en labios
escribiendo sin saber muy bien qué,
roto,
melancólico,
con la espalda dolorida,
y el cuadro sin terminar.

Madriz y sus estaciones imprecisas,
una ciudad asfixiada.
Me estoy haciendo mayor,
y según se aproxima el peligro
medito en un futuro,
para reposar y divorciarme del dolor.

Ardua tarea la de seguir escribiendo,
como la de despertar cada jornada
salir al mundo
y no hallar quietud,
un aliento fresco,
empatía cercana,
un consuelo de palabras
que me ayuden a mojar
esta sequia del no ser
y poder esparcirme
hasta ser completa disolución.

Canet

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