En la soledad de mis pedaleos
veo cómo crecen sigilosos los árboles
del paseo
escucho a los gorriones
y a las cucarachas.
Moscones y mariposas travestidas
se alzan apasionadamente
mientras en lo alto
del firmamento
una paloma protesta.
Angustiarse por la muerte es trivial.
Árboles y gorriones,
cucarachas y moscones
sucumben constantemente
y continuamente vuelven a originarse,
hechos ambos
a los que ninguno de sus semejantes
otorgan la menor trascendencia.
Angustiarse por la muerte es absurdo.
Sería mucho más conveniente preocuparse de la vida,
pienso mientras pedaleo.
Después llego a casa,
saco el caballete y enciendo un cigarro
y admito que a la gente no le inquieta
ni la muerte
ni la vida
sino encender el televisor o leer los guasaps.
Creo que tanto aislamiento
termina por enloquecer.
Canet
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