Cuando nací
determiné no saber conducir.
Andar o pedalear es observar.
Si me hace falta una camiseta
me compro un lienzo
o un libro de segunda lectura.
Me alimento mesuradamente de la madre tierra.
Me gusta quedarme con una mística
noción de apetito.
Venero la sangre de Cristo.
Me gusta tener sed y atiborrarme con agua.
Disfruto con algunos dulces.
Si tengo cincuenta céntimos compro pan.
Si tengo cinco euros compro espárragos y setas para cenar.
Si tengo 30 euros, intento derrocharlos ipso facto.
Pocas horas son las que duermo.
Yo diría que con los ojos abiertos y con los pies mirando al techo,
pero desde siempre un cuervo me escolta.
Continuamente tengo una canción en la cabeza,
quizá se deba a la cadencia interna.
Amo con vehemencia.
Subsisto con la labor de esperar una
línea para escribir.
Y poco más que no sepáis...
Canet.
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