Yo llegué al mundo sordomudo,
no estuve en la guerra
ni sobreviví a ningún cataclismo
y mis dedos no han acariciado
las pieles álgidas de los finados.
La totalidad de lo que sé
vive en el vacío
que envuelve la longitud de las cosas
pues tan sólo conozco la jerga de las aves
el fuego que hiela
y el escondite de las palabras.
Soy pavesa en la brisa que no soy,
mi dicción es brote de la poesía,
extensión entre la voz y yo
sin inclinación alguna,
sin ralea ni facultad de nada.
Cómo decirle a mi carne
que jamás podrá sanar a nadie,
cómo explicarle que la única pieza
que le es correspondiente
es tan sólo escoria de la nada,
núcleo del viento
que nada logra.
Canet
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