Con la vida sufriéndola bajo las uñas,
disfrazado de arcaico luto
y unas frescas lágrimas bañando mis pómulos,
te advertí por primera vez
pero no conseguí verte ni que me vieras.
Explorando el mundo desde mi inocente escondite,
descubrí en ti a la mujer,
te contemplé,
y por dejarme fascinar te creí imposible.
A día de hoy,
con las distancias mermadas,
nos admitimos sin disimulos,
confiándonos a la más honesta de las palabras,
que sólido es el amor.
Ven, aproxímate
y otórgale un nuevo verso a tu poeta
que es bajo esta claridad donde deseo amarte,
crear nuestro propio lenguaje
y escribirle a esta vehemencia.
¿Que si tengo miedo?
¿Acaso lo ignoras?
Tengo un vértigo dogmático,
pero permíteme creer
cuánto una mujer puede amar un hombre.
Canet
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