Powered By Blogger

miércoles, 27 de mayo de 2015

Los no mortales.

Los bocetos y apuntes están colmados de sombras. 
Me aproximo a cada una de ellas y, 
tras acariciarles el hombro, se giran asombradas. 
Carecen de semblante. 
Los no mortales no tienen rostro, sus sombras no dejan fantasmas. 

Hace tiempo que ya no me asustan las sombras, los no mortales.
Y aunque vienen a diario por casa,
yo les muestro los libros de Kundera, 

los de Chinaski, los de Jelinek y Delibes.
Los observan con cierta atracción, los soban y huelen pero jamás los abren.
Tan solo quieren leerse a sí mismos.

Aquellos que se establecen como insignes serán vencidos,
su muerte les llevará al interior de la papelera,
con el resto de basura derrotada.

Detesto algunos tipos de poesías,
sobre todo aquella que escriben los instruidos con versos calculados
y que de ningún modo me levantan de la butaca.

Hace unas semanas empecé a escribir una poesía.
Cada vez que le echo un vistazo acabo arrancándole líneas 

y acaba destripada.
Agrego alguna grosería y pienso en su porvenir, 

como el que piensa en la cena de nochebuena.

Leo a Vallejo, ¡qué grande es el peruano! 

la bella anarquía de Miller y pequeñas cosas.
Aunque siempre me he inclinado por las pesadas novelas del diecinueve y de salón, 

de rusos y franceses ya finados.
No sé la razón, pero me fascinan. 

Aunque no desecho nada, he aprendido a leer a Marai, Saramago, S.J.Rojas, Delibes y Zweig.

Me ayudan a darle sentido, armonía, tonalidad, fundamento y sobre todo vida.
Pero le privo de propio amor a lo escrito.
Me afano por darle un final en consonancia y a la justa medida, y termino rindiéndome.

Comprobar y advertir, censurar y elevarse.
Busco la alegría en las calles y encuentro solamente soledades, enormes desemejanzas.

-¿Sigo escribiendo o me corto las penas?

Agarro la poesía y dejo tres líneas.
El resto sobra. Es un asco, lo que pudo haber sido, dejó de ser.

¡Qué engorroso es componer!

¡y ardua tarea la de crecer!

Canet

No hay comentarios:

Publicar un comentario