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lunes, 25 de mayo de 2015

La humedad de tu boca.

Hay días de incontables 
y microscópicas sombras 
donde sólo anida la piel de tu cuerpo, 
los labios de tu imagen 
y la cesión afable de tus parpadeos. 
Hay un majestuoso silencio,
y amor en los domingos sin reloj,
el ángulo dulce de la vida. 

También existe
la angustia del lamento fúnebre.
Y como siempre
estoy yo,
jodidamente yo,
inclinado sobre las aguas trepidantes de la demente creación,
sobreviviendo como un indolente molusco
que se agarra favorablemente 

a la humedad de tu boca.

Canet

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