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lunes, 4 de mayo de 2015

Sin título 52


Que yerre el verdugo,
que se confundan los mezquinos de toda ralea: 
usureros sin escrúpulos 
-me sirve la redundancia- 
los caballeros de los despachos elevados,
financieros,
los comerciantes de la plata,
los presentadores de los noticiarios que se benefician con el temor 
de los abuelos,
que yerre el esbirro, 
el hombre del tiempo,
el croupier,
el mar enojado,
los sicarios de los tipos de cartera voluminosa,
o en última instancia 
que yerre Dios

pero nunca el amor 
que el amor 
jamás yerre.

Canet

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