Pestañea
dentro de un parpadeo
pintado en la pared.
Agujerea
con su eclipse inerte
todos los firmamentos
de mi existencia,
congrega
a todos los pájaros
presidiarios en cepos de favila.
Contempla
una sombra de mandíbulas oprimidas,
el vértigo que tirita
progresando hacia la nada.
Establece la certidumbre
de vivir un tiempo que engulle
los aullidos de la derrota.
Me hinca
a la confusión del insomnio.
Y me borda en la piel
una búsqueda
interminable.
Canet
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