Escribir lo que ocurre en un momento
sin que éste se congele.
Reconocer que las flores no se secan
y que la afilada lluvia no dimite,
que el astro rey será ocaso
y la luna aurora.
Porque de sobra sé,
que entre tus manos atesoras las palabras
que detallan mi cuerpo.
Y en tu boca,
reside la humedad de la mía.
Y en tu lengua,
guardas el lamer de mi aroma.
Sé,
que el abandono de recuerdos no es tu primer propósito.
Como sé, que aun habiendo fuertes tormentas
seguirás a mi lado…
aun encontrándome muerto.
En la noche,
cuando el fulgor y las tinieblas
pelean,
yo,
yazco en camposanto
y sueño contigo
aun encontrándome muerto.
Es una narcosis grisácea,
mustia
rebosante de nieblas y zarzas.
Pavesa en mis labios,
pupilas áridas,
mutismo en mi piel,
carne deshecha,
fermentado,
cenizas, difunto.
El sueño deshabitado
y escribir…
escribir hasta vivir.
Canet
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