Te espero donde siempre,
aquí,
bajo el techo que custodia tu cuerpo...
Escríbeme en la brisa,
que yo sabré leerte.
En el asfalto, en las grietas de los muros,
en tu nombre compuesto.
Traduce este montón de heridas
que guardo entre los dedos,
que aúllan desde la superficie
inundando la voz.
Hazme sempiterno
en el silencio de las aceras,
o en el murmullo huidizo de la lluvia,
y el sabor a certeza de tus labios.
Y nómbrame...
Canet
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