Entre las ingles
conservo
un torrente de crema
acrisolada,
alquimia para
la envenenada alma del poeta.
Altérame el versar
y transforma la tortura
de mis vísceras
en plata horneada
de luna lechosa.
Que llevo espuma borboteante
que se desliza
por el árbol perpendicular
del glande.
Absórbeme,
inhálame
vuelve a succionarme,
resuéllame,
sofócame
y déjame hacerte jadeo
con mi lengua condimentada
comprimida en la periferia
de tu vulva.
Que son mis fluidos cálidos
los que se emborrachan
con tus aguas
en una brizna
que nos anuda
como hilo vegetal…
y nos guarece.
Se esparce el elixir,
sobre nuestros sexos.
Titiritan nuestras bocas
en ajuste celestial.
Canet.
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