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martes, 9 de junio de 2015

Guarecidos.



Entre las ingles
conservo 
un torrente de crema
acrisolada,
alquimia para 
la envenenada alma del poeta.

Altérame el versar
y transforma la tortura
de mis vísceras
en plata horneada 
de luna lechosa.

Que llevo espuma borboteante 
que se desliza
por el árbol perpendicular
del glande.

Absórbeme,
inhálame
vuelve a succionarme,
resuéllame,
sofócame
y déjame hacerte jadeo
con mi lengua condimentada
comprimida en la periferia 
de tu vulva.

Que son mis fluidos cálidos
los que se emborrachan 
con tus aguas
en una brizna
que nos anuda 
como hilo vegetal…
y nos guarece.

Se esparce el elixir,
sobre nuestros sexos.
Titiritan nuestras bocas
en ajuste celestial. 

Canet.

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