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lunes, 15 de junio de 2015

Sin título 60.


En el patio 

los chicos pelean o marcan goles, 
las chicas quieren ser mayores o juegan a rayuela.
Canet camina junto a Perrault 
evitando balonazos y cantos de sirenitas.

Tiene kilos de aislamientos
rebosándole los bolsillos.
Nadie puede contra él, 
ni siquiera las piedras lanzadas 
o los navajazos nunca dados.

Penetran en clase los aullidos simples,
huelen a estornudos y a miseria.
En ocasiones, Canet
casi no aguanta
las ganas de llorar océanos
y observa los rostros desmejorados esforzándose
en acordarse de las tildes en palabras agudas.

Continúa Perrault ,
todo el día susurrando en el oído de Canet.

Él cree
que otra vida es viable
al lado de este lugar plomizo e inmundo.

Y transcurre el otoño escalonado 
como una lectura poética.

Canet.

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