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jueves, 11 de junio de 2015

Dolorida.


Dolorida. 
Casi desgastada su corteza,
la mirada cansada, 
sombría y turbia
parece incuestionable su dolor.
Los abriles de momentos infectados,
adulterando sueños 
y arropándose en diciembre,
no calmaban la congoja y la desconfianza
que ella remolcaba a cuestas.
Ni siquiera le agradaba ya su boca
que antaño fue incendio
estimulando misterios.
Nunca más, 
ya no regresará
a la misericordia, 
jamás aclarará más ebrias lágrimas
de cocodrilo cobarde.
Y si ha de observar hacia algún lugar
lo hará hacia el polo norte, 
donde las noches duran medio calendario. 
Del resto, 
nada querrá saber. 

Canet.


Photography by Brooke Shaden 

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