Como perverso castigo
alivio mi piel
cosida a las señales surrealistas
de los esquemas.
Estoy anclado a un hostil
itinerario de cielos,
de máscaras,
de versos:
equilibrista beodo
por la eterna cuerda
que agarro cuando tropiezo
y desato cuando me vació,
con la fatalidad de no alcanzar
y el deseo de hallarte.
¿No existe otro cielo
donde la evidencia
no sea eterna incógnita
y los sonidos no lastimen mi triste figura?
Espíritus acróbatas
mitigando heridas,
que caminan por eternas cuerdas
en laberintos infinitos.
Canet.
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