Venturoso
aquel que embelesado en el horizonte
cincela el patrimonio de la vida
sin otra intención que la de concebir
y, liberado de prejuicios delirantes,
se esconde del estrépito y los metropolitanos,
temperamentos matutinos,
y rechaza
el ahogo yugular de la corbata,
el bmw flamante,
la mujer corregida físicamente
y similares dependencias del mundo.
Venturoso
el que abre los ojos con el murmullo
silencioso del amanecer,
y sin alarma inspira y
se levanta y entre sus párpados
se entreabre la profundidad de la luz
aquel que escribe sin prisas y
y contempla con mirada entornada
el confín planetario, y en el cielo
ve aves plumadas.
Venturoso
aquel que a la sombra de los árboles
se asombra de la madre naturaleza
y se detiene
en apreciaciones vegetales
cubierto en un letargo de sobremesa,
aquel que,
despojado de cariño y de aversión,
deja pasar el día sin beneficio
palpable y no se arrepiente,
porque nada
le esclaviza ni tiene prisa
para llegar a finales de mes
Venturoso aquel
por cuya fortuna
suspira el miserable que todo lo tiene.
Canet
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