Conozco a un tipo que asegura que morir no es una desgracia,
que la pena no es la mejor doctrina,
y que la escasez no nos hace semidioses.
Asegura que no es fuerte quien más poder tiene,
sino que el más poderoso es aquel que una vez vencido construye abrazos.
Aquel tipo manifiesta que lo más arriesgado
no es el riesgo,
que lo más arriesgado es la seguridad con la que se evita el riesgo.
Ratifica que no es un tipo consumido,
que es un tipo que está consumiéndose,
que jamás la expiración reemplaza al fin,
porque la verdad
–según cuenta el tipo se lo contó Baudelaire, se lo susurró Bach, y se lo confirmó Hesse-
que en vez de hacer el amor
ya es momento
de que el amor empiece por hacernos.
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