Desnudarte,
abrir el grifo de las venas.
Llenar la bañera de voces
e insignificantes detalles.
Introducirte.
Sentir las navajas
de palabras en la carne.
Diluirlas con tus lágrimas y después
secarte con el albornoz
y permitir que el desagüe
se trague los versos estériles.
Escribir una poesía
es como eliminar
la mierda de la piel.
Simplemente es asearse.
Tan solo eso.
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