Una flauta
calentando la tarde.
Una mujer de café
acaricia sus clavijas
mientras el vaho de su inspiración cobrizo
baila una cumbia agarrado con las notas.
-hace calor en el aposento de su boca-
Y la mujer,
que anhela ser brote
desliza pétalos por las paredes,
se torna con lentitud en aturquesada,
comenzando en su halo
de cielo y mar,
e ignorando cómo,
se transforma en una flor silvestre/exótica
que prende con su flauta el aire.
Ya la mujer
es niña en cada hoja
y yo pretendo ser brisa
en su ramaje.
Canet
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