Estás líneas las escribieron a medias
entre las entrañas
y la paz de mis muertos que yacen bajo el musgo.
De donde yo provengo,
de donde yo fui,
de cuando yo era un niño
–poco después que ahora-
había un cementerio y jugábamos al escondite.
Hoy
cerca de aquella infancia hay una iglesia
que rinde obediencia
a una divinidad de plástico.
Siempre
–cuando era niño–
poco después que ahora,
hubo un sendero fecundado de incógnitas
con sus meandros cultivados de silencios
y mi desconocimiento.
Después,
llegaba la primavera
y florecían
los espinos con sus agujas
y dejaba de ser yo.
Canet