Te contaré de mí:
Entre los dedos llevo profundidades.
Y en la mirada llevo agitaciones.
Porque en el fondo sé que eres tú.
De un modo u otro siempre
estás sobre los rieles
donde se desliza el tren de las sombras.
Llevo tatuado tu nombre en mi lengua.
Tu nombre divulgable
como un grito misericordioso
o un juramento místico.
Recuerdo cuando eras prohibida,
cuando clandestinamente guardaba silencio
y cuando para no dañarte te imaginaba.
Cuando era nada.
Ahora pinto como quien no pinta,
como si lo que coloreo careciera de interés.
Una carta sin destinatario.
Por eso escribo al borde del cielo,
desde mis cuarenta y siete desconfianzas,
desde un puesto clausurado,
desde mi voz imprecisa,
tan sólo para decirte:
que lo que ignoro de ti
me sabe a dulce maní.
Canet
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