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lunes, 3 de agosto de 2015

Quiero.



No me es suficiente una tarde como otras,
ni un martes parecido a cualquier martes, 
deseo los momentos en su totalidad,
y las fechas fuera del calendario,
atardeceres mirando al confín sonriendo del revés
y el sol asemejándose a una señora alumbrando milagros. 
No me bastan las migas
ni los exiguos retales que se esparcen vacilantes. 
Deseo los amaneceres que florecen glaucos
al borde de la fantasia,
y los sigilos de los domingos por la tarde
haciendo el amor con Rachmaninov. 
No quiero ser encantador
ni exacto ni capacitado. 
Deseo el encantamiento arrollador de tu piel,
la potestad de la equivocación,
la incertidumbre descansando a mi lado. 
No quiero olvidar 
las sandeces cometidas, 
quiero ver mis manos
acariciar la tierra después del aguacero
y mi lengua probando
el sabor de los enigmas, 
quiero… 

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